En primera persona: testimonios de personas voluntarias en tiempos de la COVID-19


Perfiles de voluntariado de FEVOCAM: Javier Hernández de Fundación Balia

Aficionado a la lectura, a la fotografía y al senderismo, y voluntario de Fundación Balia, hay un libro que lo define, ‘Matar a un ruiseñor’ de Nelle Harper Lee, y un color que lo identifica, el “el verde del campo”.

Nos habla Javier Hernández, de 56 años, Ingeniero Superior de Telecomunicación de 56 años, actualmente prejubilado.

Sobre su voluntariado Javier dice que antes de empezar a hacer voluntariado hubo un punto de inflexión en su vida cuando se prejubiló:

  • “Fui muy consciente de dos puntos: que era un privilegiado y que tenía que reencaminar mi vida con tanto tiempo libre. Hasta ese momento había trabajado para conseguir un salario y poder tener cubiertas mis necesidades vitales. Ahora que tenía cubiertas esas necesidades decidí hacer una labor que me llenara como persona, intentando devolver a la sociedad parte de esa fortuna que había tenido. Estuve pensando qué podía aportar yo, algo que yo supiera o en lo que tuviese facilidad y que fuese útil para otras personas. Como llevaba toda la vida trabajando con ordenadores, y soy una persona que (según me dicen quienes me conocen) me suelo explicar con claridad, pensé que podía ser bueno ejercer un voluntariado en alguna organización donde pudiese ayudar con mis conocimientos, dando clases y enseñando”.

Y así se acercó a Fundación Balia donde está muy motivado haciendo voluntariado porque, afirma rotundamente:

  • “El voluntariado engancha. Esa sensación que te queda de estar haciendo algo útil, algo bueno tanto para los demás como para ti, la sensación de que estás haciendo lo que tiene que hacerse, es muy adictiva. Siempre he sido muy exigente conmigo mismo, y mi Pepito Grillo y yo no nos llevábamos demasiado bien. Desde que hago voluntariado nuestra relación ha mejorado mucho”.

Javier añade además el cariño que recibe, “siento como que pertenezco a una gran familia que nos ayudamos y nos damos cariño unos a otros”.

Este voluntariado, además de  satisfacción personal, le ha dado una nueva visión de la acción voluntaria:

  • “Pensaba que ser voluntario era realizar una labor para ayudar a los demás, pero te das cuenta que realmente cuando das también recibes, y en mi caso es mucho lo que recibo. Lo bueno que tiene el voluntariado con personas es la relación que mantienes con ellos, y en todo intercambio interpersonal se aprende: nadie sabe más que otros, simplemente cada uno conoces más de unos determinados temas, y cuando tú entregas a los demás tus conocimientos recibes a la vez conocimientos en los que esas personas son más sabias que tú”.

Cuando le preguntamos a Javier si la acción voluntaria transforma la sociedad, él matiza:

  • “Para transformar la sociedad primero hay que transformarse uno mismo, y creo que ese primer paso ya lo he dado. Además, al ser mi voluntariado con niños, creo que esa transformación de la sociedad es más factible, ya que estoy convencido de que el cambio sólo puede llegar a través de la educación.
  • Estamos muy preocupados de nuestro éxito individual. Pero cuando uno empieza a hacer voluntariado se da cuenta de que es fácil llegar al éxito personal a través de la consecución del éxito del grupo. Yo estudié 6 años de una carrera difícil, me costó mucho superar todos los cursos, y es algo de lo que me puedo sentir orgulloso, pero tras este tiempo haciendo voluntariado me doy cuenta que lo que estoy aprendiendo como persona, como ser humano, tiene mucho más valor que aquellos 6 años estudiando cuestiones técnicas.
  • Haciendo lo que hago actualmente siento que he crecido más como persona, tengo más autoestima, y pienso que he obtenido mucho más éxito del que logré con la obtención de mi título universitario”.

VOLUNTARIADO DURANTE LA CRISIS DEL CORONAVIRUS

El impacto de esta nueva “cercanía tecnológica”

Javier ha pasado durante el confinamiento de dar clases presenciales a hacerlo de manera virtual. Esto “nos ha llevado a un cierto alejamiento físico, a una necesidad de guardar las distancias como método de protección”.

Y esta nueva forma de estar en contacto ha afectado en dos sentido al trabajo en la ONG: por un lado, no todas las familias tienen acceso a las nuevas tecnología ya que “es fácil de imaginar que una familia que tiene problemas para llegar a fin de mes tenga serias dificultades para disponer de los medios técnicos”, y en este sentido han tratado de ofrecerles equipos; y por otro lado se ha visto afectada “la calidad del contacto que mantengo con los niños y niñas, y e que no sólo trabajamos con la infancia para reforzar sus conocimientos académicos, sino también para proporcionarles unos valores como seres humanos, que en un muy alto porcentaje tienen que ver con las relaciones interpersonales, algo más difícil de realizar de forma remota, donde no existe la cercanía física”.

 “Es importante tener en cuenta más el nosotros que el yo”.

Por eso Javier afirma, que ante la nueva situación  “las ONGs son más necesarias ahora que nunca”.

Las crisis de la COVID-19 no ha cambiado su implicación, pero ha hecho que “eche de menos mi relación casi diaria con los niños y niñas, las familias y mis compañeros de Balia”.

Le ha hecho ser “aún más consciente de la implicación que tengo con este grupo de personas, de la importancia que tiene para mí la labor que realizo; el confinamiento no me ha afectado tanto por el hecho de tener que quedarme en casa sino por esa sensación de que me falta algo”.

 “Esta crisis nos está dando un gran toque de atención”

 “Nos está poniendo en nuestro lugar y haciéndonos ver que las pequeñas cosas de cada día, todo eso que nos parece natural y cotidiano, algo que damos por hecho que siempre va a estar ahí, no está garantizado en absoluto”.

Por eso Javier nos tiene un propósito que quiere compartir con todos, el de disfrutar del presente –  para no sentir esa nostalgia del ‘Yesterday’ que tanto gusta a Javier-, el de  “que tenemos que disfrutar más de esas pequeñas cosas que nos parecen cotidianas, y el tiempo nos dirá si, como sociedad, hemos sido capaces de aprender con esta crisis”.

De momento, Javier, si nos lo permites, nos vamos de paseo contigo, ahora que podemos salir de casa, a ese “bosque de arces en otoño, con las hojas rojas”.


Estas entrevistas se incluyen dentro de la iniciativa Encuentros de voluntariado en tiempos de COVID-19, organizados por FEVOCAM y que cuentan con el apoyo de de la Consejería de Políticas Sociales, Familias, Igualdad y Natalidad de la Comunidad de Madrid, a través de la subvención con cargo al 0,7% del IRPF.

 

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